Malos días, tristes, grises, malhumorados y aburridos. Días en los que una palabra a destiempo me pincha como un alfiler y muerdo; en los que cualquier leve roce es motivo para girarse y discutir... Días en los que me da por pensar, por meterme el la cama y rayar una canción una y otra vez pensando, en mi en mis años, en mis "locuras", en el mundo, en la filosofía, en los exámenes, clases, notas, en las cosas que no tengo y las que he podido conseguir, por cabezonería o regaladas.
Días malos que queman con un aire frío, que cansan solo con dormir, que aburren hasta los juegos... Días para poner cara de perro y enfurruñarse porque sí. De esos en que no te puedes ni mirar a un espejo, y lo que menos apetece es ponerte a eschucar a los demás... Días en los que quiero ser la peor persona del mundo y freno en seco hasta volver a ser yo misma.
Horribles días, no me gusta vivirlos, todos los tenemos y cuando pasan te han dejado una sonrisa y alguna idea para mañana.